"Comenzar a escribir, así, sin más... sin pensar en las consecuencias, sin detenerme a reflexionar, poner mi vida entera en el papel impreso, mis sueños y sangre plasmados. En fin, basar mi existencia con sus reticencias y dudas, con sus alegrías, lágrimas de dolor y vergüenza, con todo lo que deseo y no tengo, basarlo todo, como he dicho, en una historia parpadeando sospechosa desde un estante..."

-Salvastar.

miércoles, 12 de enero de 2011

Del diario de Guadalupe Lucero.

Creo que estoy loca. Es en serio. Detesto admitirlo pero no hay otra explicación. Es, seguramente, la herencia de mi padre, porque su familia actuó raro desde un principio, hablando con aves, gatos, perros... éso es de locos, por eso digo ésto. Fue justo anoche cuando mi vida dio la vuelta entera y me sentí avergonzada. Verás, comenzaba a conciliar el sueño cuando sentí una presencia extraña, abrí los ojos y ví a Lay durmiendo en la otra cama, no era ella, lo que quiera que haya sido estaba más cerca. Para quitarme una sospecha estiré la mano entre las sábanas, pues me pareció sentir un calor ajeno. Lo que toqué hizo que se me erizara la piel en un escalofrío. "¡Tonta, tonta!" me dije, pero el miedo pronto no me dejó pensar, ni siquiera retiré la mano. Lo que estaba en mi cama era un gato enorme, tibio, suave. Ronroneaba. Cuando el miedo comenzó a ceder, escuché su voz dentro de mi cabeza y regresó en una nueva oleada. Hablaba en otra lengua o algo así, porque no comprendí lo que decía, su voz era suave, pero de hombre. Fue una sensación horrible, como si mi cerebro se enfriara y quedara paralizado. No me pregunté "quién" era, no pensé en otra cosa que no fuera "esto no puede estar pasando" quise moverme, e ir con Lay a su cama, cobardemente, pero en vez de eso y con las palabras de la criatura haciendo eco en mi cabeza me desmayé.

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