"Comenzar a escribir, así, sin más... sin pensar en las consecuencias, sin detenerme a reflexionar, poner mi vida entera en el papel impreso, mis sueños y sangre plasmados. En fin, basar mi existencia con sus reticencias y dudas, con sus alegrías, lágrimas de dolor y vergüenza, con todo lo que deseo y no tengo, basarlo todo, como he dicho, en una historia parpadeando sospechosa desde un estante..."

-Salvastar.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Mariposas de Cristal.- Capítulo 1 3/10

-¡Marina!- Gritó una y otra vez- ¡Marina!
Una de las ventanas se abrió apenas, dejando salir una voz conocida.
-¡Ya voy!
La ventana se cerró y unos instantes más apareció Marina, también con el uniforme, cargando una mochila roja. Su cabello era corto y opaco.
-Se ve que se metió el agua a tu casa- Comentó Lay en cuanto Marina estuvo cerca- Deberías arreglarla o irte a vivir a otro lado.
-Sí, se metió el agua, anoche no dormí por las goteras- Dijo la chica comenzando a caminar con sus primas- El problema es que es la única herencia de mi padre y como no hay de dónde agarrar, no puedo ni arreglarla, bastante tengo con vivir ahí.
-¿Piensas seguir aguantando ésto? Todas tus cosas son un desastre y se están echando a perder, deberías ser más responsable- Eli era consciente de que Marina la veía a ella como un rival y por esa razón le era fácil  molestarla con comentarios simples.- Piensa en tu futuro, eres mayor y no cuidas ni siquiera tus reliquias, no sé ni porqué las tienes.
-Porque yo no soy un caso perdido como "otras"- Replicó ésta mientras pasaba el brazo alrededor de la cintura de Lay.
Eli notó el tono sarcástico de su prima y soltó una breve carcajada.
-Al menos no debo empezar desde cero- Y agregó mentalmente, sabiendo que su pensamiento llegaría a la persona destinada- Como "otras" y ni tú ni yo hemos despertado. Eso es todo.
Sus miradas al cruzarse expresaban sus sentimientos, los de Marina eran de envidia y hostilidad mientras que Eli, jalando a Lay para sí la miraba con su toque clásico de cinismo. Lay por su parte había decidido no abrir la boca por ésta vez, ella sabía que cuando se trataba de discutir por algo entre sus primas hasta ella misma pasaba a ser parte del "territorio", además evitaba meterse con Marina, ya bastantes bromas le había hecho ella y sabía que entre las personas capaces de hacerle daño estaba Marina, aunque aparentara amistad, por lo que la chica prefería llevar las cosas en un buen plan para su propia conveniencia.
Conforme se acercaban al pueblo las casas de distintos colores abundaban cada vez más. La gente había olvidado el típico blanco en sus paredes y ahora preferían los colores vivos.
El bachillerato quedaba lejos aún. Era una escuela un tanto grande, asentada sobre una colina de la cual partía el terreno para los llanos verdes. Las chicas caminaron cuesta arriba, Eli aún sosteniendo la mano de Lay. El resto del trayecto lo habían hecho en silencio, un silencio incómodo y pesado para Marina y Lay, no así para Eli quien seguía sonriendo para sí, escudándose bajo su actitud relajada. Se acercaron al portón y vieron el papel con la lista de nombres pertenecientes a nuevo ingreso y el salón al que habían sido asignados. Marina las miró con impaciencia.
-¿Sabes qué, Lay?- Dijo al fin- Mejor nos vemos a la hora del receso ¿te parece?
-Está bien- Accedió la chica.
Marina le dio una palmadita en el hombro antes de abrirse paso con su sola presencia entre los alumnos que entraban deprisa.
-Algo trama- Dijo Eli mientras su dedo índice se deslizaba sobre la lista de aellidos- Ella nunca es amable ¡Qué casualidad! Seguro ahora ella quiere ser popular colgándose de ti.
Para Lay eso carecía de sentido ¿no era Merina lo suficientemente popular ahora? Antes de preguntarle siquiera, Eli leyó su pensamiento.
-Popular por romper narices- Contestó y comenzó a reír por lo bajo.
-Eso no es gracioso.
-Y popular por aquélla vez en que se disfrazó para ir a un baile y mientras bailaba en el centro se le abrió el pantalón de la parte trasera. ¡Qué oso!... creo que hasta llevaba puesta una tanga roja.
Mientras Eli reía con más ganas, Lay recordó la ocasión. Era cierto, se hizo muy popular por eso e hizo un gran ridículo, pero a ella más bien le parecía trágico, carecía del humor negro y corrosivo de su prima, además había notado que a partir de ahí Marina, quien le había echado la culpa de todo a su figura decidió ponerse a dieta, una dieta que para su punto de vista le había hecho más mal que bien. Incluso el tamaño de su busto había disminuído y su piel lucía seca. No se dio cuenta de a qué hora había dejado de oírse la risa de Eli y sólo cuando ella posó la mano encima de su cabeza preció volver a la realidad.