"Comenzar a escribir, así, sin más... sin pensar en las consecuencias, sin detenerme a reflexionar, poner mi vida entera en el papel impreso, mis sueños y sangre plasmados. En fin, basar mi existencia con sus reticencias y dudas, con sus alegrías, lágrimas de dolor y vergüenza, con todo lo que deseo y no tengo, basarlo todo, como he dicho, en una historia parpadeando sospechosa desde un estante..."

-Salvastar.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Mariposas de Cristal.- Capítulo 1 (1/10)

Mariposas de Cristal.- Capítulo 1 El Espejo de Nuestro Señor Está Roto.

La situación era extraña. Eli se quedó en la puerta, sosteniendo aún la manija. No podía pronunciar palabra, un profundo asco comenzó a apoderarse de ella y lo único que atinó a hacer fue pensar en alguna maldición para  el mal momento, pero eso era mayor a lo que hubiera imaginado, para ella no había maldición equiparable. Su madre desde la cama en la que había un desconocido desnudo le hizo señas un tanto indiscretas indicándole que se fuera. Para fortuna de la niña el hombre no volteó a verla en ése momento. Ella se quedó inmóvil un instante más y luego desapareció de ahí, cerrando la puerta detrás suyo. Sus sentimientos eran un torbellino, estaban mezclados y otros resultaban contradictorios. Quería vomitar, gritar, correr, golpear o simplemente escribir toda la tarde y la noche. Parecían volver a su mente las palabras de sus abuelas una y otra vez, repitiéndose, una tras otra , diciéndole que eso era normal, que la ventaja la sacaba su madre pues ya no tendría que trabajar ni pasar privaciones, sacaría ventaja para la familia, incluso, si se ponía lista podría vivir como reina, pero ella no estaba conforme, porque eso ...¿no equivalía a...?
En ese instante sonó la alarma del despertador, sacándola de golpe de su pesadilla, justo a tiempo para el primer día de bachillerato, justo a tiempo también antes de que ella terminara la pregunta.
Elizabeth se levantó de inmediato, recordar ésa pesadilla recurrente le molestaba, sobre todo después de comprobar que el poder de su madre no había sido tan fuerte a pesar de todo y había resultado en lo que resultó. Odiaba admitir que había tenido miedo y odiaba ser parte de ese pasado. Recordó cómo su madre le había pedido perdón, pero eso a ella no le había bastado y ya nada se podía hacer salvo hacerse más fuerte para que nadie intentara siquiera hacerle daño, fuerte para que nadie pudiera dominarla y así alcanzar todos sus propósitos.
Mientras se arreglaba pudo escuchar la música de su hermano apenas audible, al parecer él ya se había despertado antes pues tenía que viajar hacia el trabajo ahora que él era el soporte económico de la familia. Eso también había sido impuesto por las abuelas, Oscar, como todos los hombres de la familia debía trabajar para mantener a sus madres o hermanas. Aunque eso no tenía del todo conforme a Eli por otra parte la tenía fascinada porque las órdenes de las Mayoras no se podían cuestionar por cualquiera y además a ellas no las podía odiar sino todo lo contrario. Entre las abuelas y Eli había un vínculo afectivo muy fuerte, incluso ella fue elegida como una de las consentidas para ocupar el lugar de alguna de las Mayoras, por eso si sus abuelas decidían algo, ése algo se debía hacer.
-Ni modo, a trabajar hermano- Susurró Eli calzándose un zapato.
Cuando posó su mirada al frente se quedó pensativa un momento, apretando un poco los labios. Cavilaba sobre lo que su hermano ignoraba, presentía pero nunca confirmaría con claridad. Era injusto, por una parte, dejarlo en su ignorancia, pero por otro lado sabía por experiencia de una prima que los hombres de la familia tenían formas extrañas de reaccionar. De sobra lo sabía.
-Es mejor que nunca lo sepa- Concluyó en su propio pensamiento y continuó en su arreglo...

Continuará...

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